30/08/2018 | | Enfoque

Los usados ganan protagonismo ante la crisis

Bolsillos flacos, falta de crédito y un marcado diferencial de precios orientan las decisiones de muchos productores hacia la compra de equipos de segunda mano.

Por Néstor Sargiotto.

En un mercado «shockeado» por la incertidumbre general, las ventas de equipos usados aportan un paliativo a los diferentes segmentos que participan en el negocio de la maquinaria.

El tema se viene observando cada vez con más fuerza a nivel de concesionarias, aunque las principales marcas del sector ya han tomado debida nota del fenómeno.

Por caso, entre las multinacionales este año se impondrán diversos formatos de subastas, como la Feria Nacional de Usados que se apresta a lanzar Case.

También varias firmas nacionales de primera línea han sumado a los usados en sus promociones de Plan Canje y otras modalidades de financiamiento de fábrica.

A falta de un volumen significativo de operaciones que involucren equipos 0 Km, la colocación de unidades de segunda mano ayuda a «mover la caja» y, de paso, descomprime un problema que viene creciendo a pasos agigantados en las redes comerciales: el sobrestock de usados.

Tres razones de «pesos»

La migración de una porción significativa de clientes de equipos nuevos hacia los usados se fundamenta en, al menos, tres razones principales:

  1. Bolsillos flacos.
  2. Falta de crédito accesible
  3. Disparidad de precios entre nuevos y usados

Bolsillos flacos

Primero por la sequía y luego por la incertidumbre general, muchos productores prefieren sentarse sobre la cosecha (poca o mucha) hasta ver cómo le cierran los números y, sobre todo, cuánto costará afrontar la siguiente campaña.

En la práctica, ello se traduce muchas veces en el diferimiento de las decisiones de compra de mayor envergadura.

En estos casos, los usados son una alternativa más económica para «zafar» ante necesidades inmediatas.

Crédito, ausente

Los problemas de caja en el sector público golpearon duro las buenas intenciones crediticias de los bancos oficiales, al tiempo que la ola especulativa reorientó las prioridades de los bancos privados hacia destinos más lucrativos.

Así las cosas, aún cuando muchas lineas siguen formalmente en vigencia, los trámites se ralentizan a la hora de los desembolsos.

Lo peor del caso es que, en el contexto actual, por más que haya disponibilidad de crédito, muchos productores optan por no endeudarse (especialmente en dólares).

Si bien es cierto que eso también golpea al mercado de usados, lo hace en menor medida dada la envergadura de las operaciones.

Paradójicamente, hasta hace unos meses era frecuente que resultara más fácil comprar un equipo nuevo (financiado a tasa subsidiada), que afrontar la compra de un usado con desembolsos inmediatos.

Precios desparejos

Pero quizá el punto más determinante en la toma de decisiones sea que los precios de equipos nuevos y usados vienen mostrando una dinámica muy diferente

En el caso de los 0 Km, la escalada inflacionaria y, sobre todo, la corrida cambiaria, tuvieron su correlato rápidamente en las listas de precios.

Entre los importados, es natural que el impacto del dólar sea inmediato. No es un dato menor teniendo en cuenta que hasta mediados de año estos equipos representaban 70% de la facturación total en maquinaria 0 Km  (incluyendo los importados propiamente dichos y los «nacionalizados» por las multinacionales con plantas en el país).

Pero también el tipo de cambio golpeó la estructura de costos de los productos nacionales, sea por sus componentes importados o por la suba de precios de las agropartes locales con precios dolarizados, las tarifas energéticas, costos logísticos, etc.

La situación es bastante diferente entre los usados. Si bien en muchos casos sus precios están nominados en dólares, lo cierto es que no tienen un costo de reposición (cuando se vende un 0 Km se supone que el precio debe alcanzar para reponer el producto original).

Más aún, en la oferta de usados la misma crisis suma factores que ayudan a «planchar», como los contratistas que se ven obligados a reducir el parque para afrontar compromisos financieros, los productores que salen a compensar las pérdidas de la campaña anterior y, por cierto, los concesionarios abarrotados de equipos de segunda mano.

¿Qué pasó con los autos?

Resulta interesante echar un vistazo al mercado automotor (cuyas operaciones se registran en cada patentamiento) para entender mejor las dimensiones del fenómeno.

En los últimos meses, mientras las ventas de automóviles 0 Km se desplomaron casi un 20% respecto al año pasado, las ventas de usados se mantuvieron prácticamente en el mismo nivel de unidades.

El detalle es que la brecha de precios entre nuevos y usados se estiró considerablemente (pese a los esfuerzos de las automotrices por no trasladar de inmediato todo el impacto de la devaluación).

En concreto, hace un año la diferencia de precio entre un vehículo 0 Km y uno con dos años de uso promediaba el 23%. Actualmente, esa disparidad llega al 46%.

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