26/12/2018 | | Enfoque

Las ventajas de poner «una pata afuera»

Varias empresas nacionales del sector de la maquinaria desarrollan proyectos para abrir unidades de ensamblado en países vecinos. Pauny inauguró una en Paraguay.

Por Néstor Sargiotto
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A partir de la megadevaluación de mediados de año, las principales empresas del sector de la maquinaria agrícola fijaron entre sus prioridades de corto plazo el desarrollo de negocios en el exterior.

Unas, para consolidar proyectos de comercio exterior de larga data; otras, para aprovechar las ventajas coyunturales de un tipo de cambio más competitivo; y otras, simplemente, para canalizar los excedentes de stocks y tratar de compensar con ventas externas la caída de la actividad local.

Todos los casos son justificables, más allá de que, como se dice regularmente, el comercio exterior debe ser concebido como una herramienta de largo plazo, ya que lo difícil no es abrir un mercado, sino madurarlo y sostenerlo en el tiempo.

Pata afuera

Un detalle adicional es que, muchas veces, el diseño de políticas de exportación incluye el desarrollo de estructuras adicionales en el exterior para atender adecuadamente esos mercados.

En el caso de Brasil, por ejemplo, el establecimiento de una sociedad en ese país es condición base para poder acceder al financiamiento especial que el Estado prevé para los productos locales.

Varias marcas argentinas han transitado ese camino en los últimos años (algunas con resultados positivos, y otras, no tanto).

Paraguay, la nueva meca

En los últimos meses se sumó Paraguay como la «nueva meca» de las operaciones en el exterior para las industrias argentinas de la maquinaria agrícola.

Vale aclarar que, por ahora, el mote suena exagerado, pero promete sumar varios actores en el corto plazo.

Por lo pronto, la semana pasada Pauny inauguró sus nuevas instalaciones de ensamblado en el vecino país.

Y otras compañías del rubro tienen en carpeta proyectos similares.

¿Razones?

Varias. La principal es que disponer de una cabeza de playa en Paraguay es una buena base para exportar desde allí hacia el resto de la región.

Los productos salen semi-terminados de la Argentina, para su ensamblado final en el vecino país, donde los costos productivos, logísticos y, sobre todo, burocráticos son sensiblemente menores a los de aquí.

Ni hablar de los casos en que las partes locales se complementan con accesorios y componentes importados desde terceros países.

Por si faltaban motivos, la decisión del Gobierno Nacional de establecer derechos de exportación a todos los sectores de la producción terminó de inclinar la balanza en muchas decisiones.

Cuanto más se castigue la agregación de valor local, menos debería extrañarnos que empresas nacionales busquen hacer pie poniendo «una pata afuera».

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