15/05/2019 | | Enfoque

Cuatro razones de por qué el mercado no termina de «despertar»

Pese a la cosecha récord y a la suba de las cotizaciones por efecto de la devaluación, las ventas de maquinaria siguen frías.

Por Néstor Sargiotto
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En condiciones normales, la combinación de una cosecha récord con los efectos de la devaluación sobre los precios internos de los granos se debería haber traducido en un incremento inmediato de las ventas de maquinaria agrícola, en especial de modelos fabricados en el país.

Eso pasó después 2002 y en otros períodos con situaciones similares.

Esta vez, si bien las ventas en el sector comenzaron a mostrar signos de recuperación respecto a los niveles del año pasado, por ahora la suba es cuanto menos discreta.

Si bien el INDEC anunció un incremento de 62,5% en las ventas del primer trimestre, la cifra compara valores interanuales en pesos, por lo que apenas alcanza para compensar el alza de los costos de producción.

De hecho, el propio INDEC computó una caída de 11,3% en el número de unidades comercializadas respecto al primer trimestre de 2018. Y hay que recordar que el año pasado estábamos en medio de una gran sequía.

Ahora bien, ¿por qué las ventas no terminan de despegar?  Hay varias razones. Algunas son obvias, otras no tanto. Veamos las cuatro principales.

1. Incertidumbre

Aunque este tema se cae de maduro, no se puede dejar de señalar. A la incertidumbre política propia de un año electoral (con resultado abierto), se suma un tema aún más complejo, como lo es la incertidumbre macroeconómica.

Concretamente, hay dudas sobre cómo evolucionará la economía nacional en el mediano plazo. Peor aún, comienzan a haber certezas sobre las dificultades financieras que atravesará el próximo gobierno, cualquiera sea el resultado de las elecciones de octubre.

Ante esa situación, si bien el campo tiene algunos paraguas protectores respecto a otros sectores de la actividad (por ejemplo, su producción está mayormente dolarizada, con demanda externa), muchos productores optan por «sentarse hasta que aclare». Traducido al castellano: Tienen la plata (o los granos), pero demoran sus decisiones de inversión.

2. Financiamiento

La falta de financiamiento es el segundo tema que más condiciona las decisiones de compra, especialmente en productos de mayor valor, como tractores, cosechadoras, sembradoras y pulverizadoras.

No sólo que casi no hay opciones de financiamiento en condiciones razonables, sino que con las líneas vigentes muchas veces las operaciones acordadas no se materializan por falta de fondos disponibles a la hora de los desembolsos.

También aquí se puede decir que la plata está (en los bancos), pero para otros fines más lucrativos, como las Leliq u otras opciones financieras en boga.

Allá lejos y hace tiempo aparece el recuerdo de los planes del Banco Nación al 14% en pesos… Fue en Expoagro 2017.

3. Sin precios de referencia

Ni los productores ni los fabricantes se terminan de acomodar a los valores actualizados de las máquinas y eso también frena muchas veces las operaciones.

En parte, eso se explica por el propio proceso inflacionario, que obliga a las empresas del sector a acomodar permanentemente sus precios de lista para ajustarse al incremento de los costos de producción (o de importación).

Pero la propia crisis económica general aporta lo suyo a la confusión. Ya nadie se sorprende su un mismo producto vale 100 en un lado y 60 en otro.  Las razones sobran. Puede ser una fábrica que sale a «quemar las naves» para pagar la quincena, o un concesionario poco solvente que tiene que liquidar el stock al precio que sea, o un concesionario demasiado solvente que aprovecha su capacidad financiera para conseguir su mercadería a precios imposibles de igualar.

En un mercado sin precios de referencia, no hay Hot Sale ni descuento de fábrica que resulte lo suficientemente tentador para convencer a los productores de que el precio ofrecido es el mejor que pueden conseguir.

4. Cotizaciones desinfladas

Aunque la megadevaluación del último año ayuda a disimular el fenómeno, lo concreto es que hoy el precio de los granos para los productores argentinos (en especial para la soja) se ubica en uno de los niveles más bajos de la historia.

De hecho, la cotización de $ 9.400 por tonelada que promedia por estos días la pizarra de Rosario para la oleaginosa parece mucho respecto a los $ 4.500 de diciembre de 2017, pero representa apenas U$S 204.

Para tomar una referencia, el piso histórico de las cotizaciones que todo el mundo recuerda son los U$S 170 por tonelada que la soja registró a fines en 2001, en las postrimerías del gobierno de De la Rúa. Claro que en estos 18 años el Índice de Precios de Estados Unidos aumentó 37%, por lo que aquellos U$S 170 a valores de hoy son unos U$S 232 por tonelada.

O sea, retenciones mediante, hoy los productores reciben casi 15% menos dólares por la soja que en aquellos años aciagos.

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