La implementación del ordeño robotizado crece en Argentina y se afirma como tendencia en tambos de Córdoba y Buenos Aires, especialmente.

Con los robots incorporados por De Laval y Lely (recientemente desembarcó Gea), el país es uno de los pocos (junto a Australia y Uruguay) que apunta al ordeño voluntario en sistemas pastoriles.

Consiste en que las vacas entran por su cuenta a la sala de ordeño a través de un proceso de acostumbramiento y termina por adoptar una rutina de 2 o más ordeños al día.

Una de las ventajas es que se evita el arreo del plantel, una situación que suele provocar estrés en los animales, con la consecuencia de una baja en la producción individual.

Integral

El robot toma a su cargo varias de las tareas de ordeño, incluyendo la limpieza de pezones y el drenaje completo de los cuatro cuartos.

Como el robot está accesible las 24 horas, las vacas van estableciendo los horarios de circulación en las parcelas donde se alimentan y en las instalaciones donde son ordeñadas.

Al trabajo de inducir a las vacas a dirigirse voluntariamente hacia el robot, hay que añadir incentivos como comida, agua y sombra en la sala de ordeño.

Además, el robot genera información porque si a las vacas se les coloca un collar-sensor, cuando se las ordeña, el sistema robotizado detecta un problema y aparta al animal, ya sea por un problema sanitario, calidad de leche o inconvenientes en la rumia.