19/01/2022 | Actualidad |

Las cosechadoras dejan en el suelo un año de facturación

Las pérdidas de soja y maíz suman U$S 1.000 millones anuales por falta de regulación de las máquinas.

Las cosechadoras que trabajan en los campos argentinos dejan esparcido en los rastrojos un año de facturación del sector de máquinas agrícolas.

En efecto, las pérdidas de soja y maíz suman cada año U$S 1.000 millones y se acercan a los U$S 1.405 que representaron en 2020 las ventas de fierros agrícolas en Argentina.

El tema fue abordado por el especialista Santiago Tourn y Federico Sánchez (Claas) y la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (AAPRESID).

Condicionantes

La falta de regulación de las cosechadoras causa pérdidas de 115 Kg/hectárea de soja y de 180 Kg/hectárea de maíz a nivel nacional.

A la hora de la puesta a punto, lo primero a considerar es la condición del cultivo.

En soja debe pensarse en el porte, maduración y humedad del grano.

Esto último condiciona el riesgo de apertura de vainas. “Mientras un 15-16% es un buen valor de humedad para entrar, hoy suele cosecharse con menos del 8-10%”, indicaron los expertos.

En maíz, el mayor problema son los tardíos, que suelen quedar en el lote hasta julio/agosto.

Las heladas retrasan el secado, el grano queda expuesto a micotoxinas y las plantas tienen cañas débiles y espigas mal prendidas, todo lo que aumenta las pérdidas.

Claves

En cuanto a la máquina, las mayores pérdidas ocurren en el cabezal.

Es clave manejar el despeje, el estado de cuchillas, punzones y la velocidad de avance.

En condiciones de sequía, nos encontramos con sojas de bajo porte, granos chicos y desuniformes.

En este punto, el ajuste debe apuntar a captar y cortar la mayor cantidad de vainas posibles.

El cabezal debe avanzar pegado al suelo y, por lo tanto, a menor velocidad, regulando a su vez el sistema limpieza a una velocidad acorde. Pueden usarse paletas en los molinetes.

En maíces golpeados por la seca se encuentran espigas desuniformes o plantas con doble espiga, lo que lleva a regular pensando en el compromiso entre levantar todo y no meter demasiado material.

El cabezal debe regularse con pocas vueltas de los rolos y usando chapas para no desgranar.

Otro riesgo en estas situaciones es el de incendio.

“Más de 100 máquinas se incendian cada año. Si bien las condiciones ambientales más predisponentes se dan en cosecha de fina, la acumulación de material en zonas calientes de la máquina aumenta el riesgo de incendio en la trilla de girasol y soja. La limpieza de la máquina es clave”, señalaron Tourn y Sánchez.

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ETIQUETAS: Cosechadoras, Maíz, Soja

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