La columna de Alejandro

Por Alejandro Rollán

14/04/2022 | Opinión

Falta gasoil, ¿hay solución para la maquinaria agrícola?

Desde hace más de 10 años, los tractores y cosechadoras que se fabrican en el país pueden funcionar con biodiésel al 20%. Por qué cuesta implementarlo.

Mientras la cosecha avanza, los productores y contratistas rurales hacen malabares en algunas zonas del país para conseguir gasoil.

La restricción en la provisión del combustible, que no es nueva y que ya sucedió en años anteriores, volvió a instalar el debate sobre el uso de los biocombustibles como alternativas a los derivados fósiles

En el país, todo el gasoil que se vende tiene una mezcla obligatoria del 5% con biodiésel elaborado sobre la base de aceite de soja.

Hasta la promulgación de la actual ley que regula a los combustibles verdes en el país, a mediados del año pasado, el diésel se mezclaba con el 10% del derivado de la oleaginosa.

En principio, el estímulo interno al uso de biodiésel como sustituto, en parte, del gasoil lejos está de ser una alternativa a desarrollar en tiempos de escasez.

Mientras tanto, la maquinaria agrícola nacional está preparada para dar ese salto. Puede funcionar con más mezcla de biodiésel, lo que haría disminuir la demanda de diésel derivado del petróleo y evitar su importación.

Tractores y cosechadoras nacionales ofrecen la opción de utilizar sus impulsores con hasta 20% (B20) del combustible renovable en mezcla con el gasoil.

Hay experiencias, inclusive, de motores agrícolas que trabajan al 100% con biodiésel (B100), bajo normativa estadounidense y de la Unión Europea. Modelos de tractores  fabricados en el país por el Grupo AGCO se pueden usar con B100.

Desde 2005, la empresa alemana Claas tiene aprobada la utilización en sus equipos con B20. La compañía permite a B100 en sus modelos de picadoras y tractores, en la medida que el combustible cumple las normas estadounidenses o europeas.

Más allá de lo que ofrecen las fábricas de tractores y cosechadoras, la promoción de los biocombustibles en el país ha tenido altibajos que afectaron su consolidación.

Luego de arrancar en 2006 con un piso del 5% en la mezcla obligatoria con el gasoil, en enero de 2014, a través de una resolución, el Gobierno dispuso elevar a partir de febrero la cantidad del combustible “verde” mezclado con gasoil a 10%.

Lo nuevo es más conocido, con la puesta en vigencia de la nueva ley el corte redujo la mixtura a la mitad, lo que le sacó incentivos a su producción.

Debido a ello, pedir a la industria elaboradora del biodiésel una mayor producción dependería de una política energética a largo plazo que hoy no estaría en la prioridad del Gobierno.

Según datos de la Secretaría de Energía de la Nación, en los últimos cuatro años, la producción nacional de biodiésel cayó un 60%: de 2,87 millones de toneladas en 2017 a 1,72 millones de toneladas en 2021.

Córdoba es una de las pocas provincias que tiene su propia ley de fomento para biocombustibles.

La normativa promueve el uso de los combustibles renovables, a partir de inversiones en plantas productoras para autoconsumo, para el uso en vehículos agrícolas, de cargas, transporte público y vehículos oficiales.

Es que en esta provincia, de acuerdo con cifras oficiales, el 17% del consumo total de gasoil es realizado por los productores agropecuarios y contratistas rurales. Significa un volumen anual de 230 millones de litros. Todo lo que se pueda ahorrar con el uso de biodiésel sería bienvenido.

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