El conflicto bélico entre Rusia y Ucrania obliga a cambios en los modelos agrícolas globales. 

Si bien los precios de los granos son el principal incentivo que tienen los productores para encarar las inversiones para la nueva campaña, los mayores costos de producción –en especial en los fertilizantes– obliga a replanteos marcados.

Por ejemplo, en Estados Unidos –y por tercera vez en la historia– los productores van a sembrar más superficie de soja que de maíz.

Según el Departamento de Agricultura de ese país (USDA), a partir de mayo, los productores sembrarían 36,83 millones de hectáreas, lo que representa un aumento de 1,52 millones de hectáreas, 4,3% más que en 2001 y 9,3% por encima de 2020.

Al tiempo que prevé una reducción de aproximadamente la misma cantidad de hectáreas de maíz, que se comenzará a sembrar este mes, hasta llegar a 36,22 millones de hectáreas, lo que representa 4,2% menos que el año pasado.

¿Cuál es la razón de este golpe de timón? El mayor costo que les significa a los productores hacer maíz, en especial por la incidencia de los fertilizantes.

En el cinturón maicero estadounidense se espera que la factura de los fertilizantes se dispare un 12% este año, después del aumento de un 17% en 2021, según datos de la American Farm Bureau Federation y del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA).

El hecho de que Estados Unidos cultive menos maíz podría sentirse en la cadena de provisión de maquinaria agrícola, donde la demanda de cabezales en los próximos meses se vería disminuida, más si se tiene en cuenta el nivel de renovación que existe en ese parque de equipamiento. 

Las empresas, no obstante, aseguran que si la baja en la superficie con el cereal es de corto plazo (no se extiende a más campañas), los efectos sobre la inversión en maquinaria agrícola serían mínimos.

El menor rendimiento productivo que implicaría usar menos nutrientes podría verse compensado en los márgenes económicos por el mantenimiento de los precios internacionales. Esa ecuación haría que el incentivo a invertir en maquinaria agrícola, en un principio, no se vea afectado.

La región de conflicto es el mayor epicentro mundial en la producción de fertilizantes. 

En conjunto, Rusia y Bielorrusia representaron en 2021 más del 40% de las exportaciones mundiales de potasa, uno de los tres nutrientes fundamentales usados para aumentar el rendimiento de los cultivos, según informó este mes el banco neerlandés Rabobank. 

Además, Rusia representó cerca del 22% de las exportaciones mundiales de amoníaco, el 14% de las de urea y cerca del 14% de las de fosfato monoamónico (MAP), todos ellos abonos importantes.

La magnitud y la duración del conflicto en el mar Negro serán determinantes para ver si los cambios en la matriz agrícola llegaron para quedarse por más tiempo.

 

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