14/10/2022 | | Tecnología

Así funcionan los “cerebros” de las máquinas agrícolas

Las nuevas herramientas digitales que se están usando en Argentina, controlan el trabajo de los equipos desde el barbecho hasta la cosecha.

La acelerada expansión de la Agricultura Digital en el mercado argentino posibilita que las máquinas agrícolas ya puedan “pensar” cuando ingresan a un lote.

Los “cerebros” de los equipos para el agro vienen bajo la forma de las nuevas herramientas digitales, entre las que se cuentan las plataformas.

Su función primordial es poner en juego un conjunto de funcionalidad para permitir un manejo más eficiente y sustentable de cada ambiente productivo.

Neuronas

Actualmente, una plataforma digital posibilita el registro de todos los datos que luego dotarán de “inteligencia” a la máquina.

Entre esos datos están el muestreo de suelos, scouting de cultivos, registros de trabajos, cosechas e imágenes.

Esa masa de información facilita, a su vez, la realización de todo el análisis parámetros disponibles para poder arribar a distintos tipos de recomendaciones, a medida de las necesidades de cada lote.

Por otra parte, cada plataforma permite la interoperatividad con otras plataformas, pudiéndose conectar, por ejemplo, a equipos John Deere que dispongan de JDlink, Raven Slingshot o a Fieldview,

Esta forma de conectividad habilita la posibilidad de recibir y enviar datos de trabajo y prescripciones.

Además, se mantiene la compatibilidad para importar datos físicamente desde un pendrive o tarjetas de memorias usadas comúnmente para las marcas más conocidas.

Aportes

Entre otras funcionalidades, la plataforma digital permite saber cuáles son los nutrientes necesarios para cada ambiente, con el objetivo de lograr una nutrición eficiente.

En este caso, se contempla tanto a los macro como los micronutrientes, como por ejemplo el zinc, para hacer un buen agregado y elegir bien el producto que se va a aplicar.

Asimismo, se puede realizar un muestreo por grillas donde se puede elegir e ir seleccionando los diferentes tamaños de grilla, cada dos, tres o cinco hectáreas y tener un dato del suelo en cada uno de los puntos seleccionados.

De esta manera, se obtiene un mapa de fertilidad del lote completo y a partir del mismo se generan recomendaciones precisas que luego las máquinas agrícolas (en este caso una fertilizadora), llevará a la práctica.

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