Los recursos forrajeros armados en base a la alfalfa necesitan que la leguminosa sea mimada por todas las máquinas usadas en el proceso.

El objetivo es simple: asegurar que las reservas de forraje conserven la mayor cantidad de hojas que concentran el 70% de las proteínas.

Vale decir, que el rollo o el megafardo llegue a la boca de los animales con el máximo de nutrientes posibles.

Cuidados

El primer paso es el corte y lo mejor es recurrir a las segadoras acondicionadoras que hacen un corte neto.

De esa forma, la alfalfa cicatriza rápido y pude rebrotar para brindar mayor producción a lo largo del año.

En cambio, si se utilizan segadoras de hélice, las plantas son desgarradas, se favorece la aparición de enfermedades y el rebrote es más lento.

Una vez cortada la alfalfa, se recomienda formar las hileras con rastrillos giroscópicos.

Como las púas no tocan el suelo, no se contamina el material con tierra, estiércol o rastrojos.

Además, el rastrillo giroscópico brinda un tratamiento suave, limpio y deja el pasto posicionado correctamente para que cuando ingrese la enfardadora o rotoenfardadora, el cutter o el rotor picador lo corte totalmente.

El rastrillo se debe hacer cuando el material tiene un tenor de humedad de 30% a 35%, evitando que esté muy seco. De lo contrario, puede haber pérdidas de hasta el 30% al henificar.

Armado

Al convertir el pasto andanado en reservas, las rotoenfardadoras que deben trabajar con andanas de gran volumen, necesitan contar con recolector pick up de bajo perfil y un ancho superior a 2 metros.

De esa manera, puede procesar una gran cantidad de materia seca por hora.

También hay que regular con cuidado la posición del recolector para evitar pérdidas y la entrada de tierra.

Por otra parte, las rotoenfardadoras que vienen equipadas con sistemas procesadores tipo RotoCut, permiten armar rollos de gran facilidad en el uso posterior que se la da a la fibra porque no es necesario el trozado con mixer o moledora.