El Big Bud se ha posicionado a fuerza de historia como el tractor más emblemático de la industria de la maquinaria agrícola en Estados Unidos. Y yo diría que, posiblemente, del mundo entero.

Sus versiones de hasta 1.000 caballos de potencia marcaron un hito en la mecanización rural.

Comenzó a fabricarse en 1969 y, con varios altibajos, su producción se mantuvo hasta 1991.

En total, se fabricaron unas 500 unidades de la línea Big Bud original, aunque después de readaptaron y replicaron de mil maneras.

La producción en serie incluyó la versión Big Bud 747 16V, equipada con un motor de 760 CV, 24 litros y 50 toneladas de peso.

Posteriormente, el megatractor fue actualizado con la incorporación del motor Detroit Diesel, de 1.000 CV de potencia.

Incluso se armó una versión con ocho enormes neumáticos Titán LSW 1400/30R46.

La robustez desbordante de su diseño fue el sello distintivo de este producto y, al mismo tiempo, su punto más débil.

Los problemas derivados de la excesiva compactación del suelo hicieron mella en la imagen del Big Bud y sus 50 toneladas de peso.

Pasó el tiempo y la industria encontró soluciones para mitigar ese punto, como los neumáticos de nueva generación y los sistemas de orugas.

De todos modos, no sería extraño que en esta nueva etapa el megatractor apunte sus cañones en otras direcciones del mercado, menos expuestas a los problemas de compactación, como los trabajos viales y el sector forestal.

Por lo pronto, su primera exhibición pública fue en una feria dedicada a equipos de contrucción.

Sea cual sea su posicionamiento comercial, el regreso a escena después de más de tres décadas de este gigante de la mecanización agrícola es una noticia reconfortante para los que amamos a los fierros del campo.

Parafraseando en parte la muletilla que repetíamos en Argentina durante el último mundial de Qatar: ¡Qué lindo volver a verte, Big Bud!