La decana de las tolvas autodescargables


La empresa bonaerense concibió el equipo que cambió la logística de cosecha argentina. Se anticipó a la corriente exportadora y llevó su producto a todos los continentes. Tuvo éxito sin necesidad de diversificarse.

Industrias Metalúrgicas Cestari SRL cumple 90 años en 2017. Con el centenario despuntando en el horizonte, la empresa se ubica al tope de las empresas decanas en la industria nacional de maquinaria agrícola.

Comparte con muchas de ellas el origen amasado en el empuje de la inmigración italiana. También, haberse mantenido como emprendimiento familiar a lo largo de las décadas.

Sin embargo, posee rasgos que la distinguen con claridad:

  1. Creó la tolva autodescargable, un equipo ahora imprescindible en la logística de cosecha.
  2. Con la tolva, se anotó en la trilogía de agromáquinas de invención argentina que saltaron al resto del mundo y que completan la sembradora de directa y la embolsadora y extractora de granos.
  3. Mantuvo en el tiempo, con éxito, su especialización en tolvas, mientras a su alrededor crecía la diversificación.
  4. Fue pionera, en los años ´90, en el proceso exportador, anticipándose al despegue del comercio exterior de la década siguiente.

Olfato para los cambios

Juan Fernando “Nino” Cestari

El tránsito del taller de herrería que fundó en 1927 Andrés Cestari, a la empresa de resonancia internacional que comandan sus descendientes, es un certificado de jerarquía empresarial.

En los últimos 35 años –desde comienzos de los ´80– Cestari fue capaz de vislumbrar qué tipo de mecanización empezaban a requerir los cambios experimentados por la trilla en Argentina.

En la década del ´80, la recolección de granos era protagonizada por decenas de marcas de cosechadoras. Compartían un molde delineado por tanques chicos, que no superaban los 2.000 litros. La descarga de los granos se cumplía con lentitud.

En auxilio de las cosechadoras se empleaban carros tolva, de plano inclinado y descarga por gravedad. Las formaciones clásicas durante la cosecha eran cuatro carros en fila y la presencia del chimango para cargar el camión.

La irrupción de cosechadoras importadas, dotadas de tanques con más de 5.000 litros de capacidad y descarga rápida, planteó la necesidad de cambios.

Juan Fernando “Nino” Cestari, hijo del fundador Andrés, demostró su madera de visionario. Anticipándose a otras empresas que hacían intentos por encontrar la clave, desarrolló las primeras tolvas autodescargables.

Al modelo embrionario lo dibujo con tiza, en tamaño real, sobre el piso del taller. La idea: una máquina para evitar las detenciones de la cosechadora y, por lo tanto, de tiempo y dinero.

Le llevó siete meses desarrollar el primer equipo, haciendo “Nino” sus propios cálculos de resistencia. Lo logró a tal punto, que la primera serie de tolvas aún se puede ver funcionando en el campo.

Para que las máquinas fueran totalmente confiables, las probaba a campo en variadas condiciones de cosecha y después las desarmaba para detectar defectos.

Así contó “Nino” el debut triunfal: “Fuimos a un campo cercano a Colón (Buenos Aires), donde había cuatro cosechadoras New Holland trabajando, ocho tractores, ocho acoplados, ocho tractoristas y dos personas más en el sinfín, que recibían la carga de los acoplados por gravedad y la descargaban en el camión. En total, eran diez personas; entró nuestro acoplado, un tractor y un tractorista e hicieron el trabajo de los diez. Eso no se conoce mucho, pero es la realidad de las cosas, yo le cambié el sistema de cosecha a la Argentina”.

 

Liderazgo

La innovación atrajo, incluso, a las marcas internacionales de cosechadoras. Claas, por ejemplo, en 2001, hizo el World Class en Chantilly, cerca de París, y al lado de sus cosechadoras estaba una tolva Cestari con los colores de la compañía alemana.

Era la única máquina de origen americano en esa cumbre mundial de Claas con sus distribuidores.

A su vez, en el mercado interno, la tolva autodescargable hizo algo más que jubilar a los carros y los chimangos.

Abrió un ancho y explosivo segmento para la industria de agromáquinas. Además de Cestari, alrededor de 75 empresas ya producían tolvas en los comienzos de la segunda década del siglo 21.

Entre versiones de 1 y 2 ejes, los modelos disponibles en el mercado argentinos superan el centenar. En cuanto a unidades vendidas anualmente, las tolvas llegaron al podio en el mercado interno, junto con tractores, cosechadoras, sembradoras y pulverizadoras.

Para el comercio exterior, más de 25 empresas se han anotado en los últimos años con el envío de sus productos, según los registros oficiales.

“Mucha gente subestima a la tolva. Pero cuando no saben qué hacer, fabrican una tolva. A veces nos copian y lo agradecemos. Hemos sido y somos referentes en tolvas autodescargables. Somos los únicos que hacemos exclusivamente este tipo de productos”, sostiene Néstor Cestari, presidente de la empresa.

No hay jactancia en sus palabras. Más bien, una exhortación a valorar la tolva en la dimensión que hoy tiene.

“La tolva es el cadete de la cosecha. Pero tiene que ser un cadete eficiente. Si el productor y el contratista hoy tienen un tractor y una cosechadora de alta tecnología, la tolva debe estar a la misma altura”, subraya Cestari.

La filosofía para mantenerse en la vanguardia, se apoya en dos bases:

1) Fabricar lo que pide el usuario. Las modificaciones en los equipos se incorporan a partir de los requerimientos de cada cliente.

2) Atención al cliente. Brindar un servicio de reparación y reposición las 24 horas durante la cosecha y un servicio diferencial (en el costo) para los clientes fuera de la cosecha.

Tecnología

Junto a la atención integral de cada cliente, la empresa mantiene una constante corriente de actualización de sus tolvas.

La evolución se alimenta del intercambio con los usuarios. “Las innovaciones se hacen en base a las necesidades que va teniendo el contratista, nuestro principal cliente. A veces son muy concretas o visibles y, a veces, son detalles que hacen a la operatividad de la tolva, del uso del carretón, potencia disponible y características de los suelos”, describe Néstor Cestari.

“Tenemos un intercambio permanente con nuestros clientes para autocriticarnos. Para ver qué ven mal y qué cambiarían. Cuando varios clientes piden lo mismo, hay que abrir el ojo. De eso se trata, de estar a la vanguardia frente a los requerimientos del mercado”, agrega.

Con más de 16 modelos en la actualidad, Cestari lleva adelante la consigna “la tolva es algo más que la capacidad de llevar granos y nada más”.

La consigna hace alusión al arsenal de prestaciones que se combina con las capacidades abarcativas de un rango que va de los 6.000 litros a los 40.000 litros.

Una de las gamas actuales de tolvas autodescargables de Cestari es la Línea ST. La integran equipos que se proponen de alto rendimiento de equipamiento estándar. Los modelos tienen diseño de sobre-barandas asimétricas para maximizar la capacidad de carga.

La Línea ST incluye versiones de uno y dos ejes. Comprende los modelos de un eje 14800 ST (14.800 litros), 20000 ST (20.000 litros) y 24000 ST (24.000 litros), más la versión de dos ejes 24000 ST 4R (24.000 litros).

En 2016 agregó versiones de 35.000 litros y de 40.000 litros, en función de requerimientos de los usuarios.

Por su parte, la Serie FL se compone de tolvas con equipamiento Full y con las prestaciones más completas. Está integrada por versiones de un eje (17.600/24.700 litros) y dos ejes (20.500/29.000 litros).

Además, Cestari incursionó en el segmento de tolvas plásticas autodescargables con los modelos 20000 2R, de un eje y 20000 4R, de dos ejes. Son equipos con una capacidad de 20.000 litros (18 toneladas), poseen cuatro módulos plásticos de polímeros, tubo de descarga de 420 mm con camisa cambiable, bandeja inferior de chapa galvanizada con apertura hidráulica y lanza amortiguada con elastómeros.

Una de rasgos innovadores de Cestari es el abulonado de sus líneas de tolvas, tanto para conferirles mayor capacidad de torsión en su trabajo, como para desarmarlas y facilitar la logística de exportación.

ADN de emprendedores

Conducir una empresa hacia los cien años de vida, en el marco de la industria argentina de maquinaria agrícola, es un logro ajeno al puro azar.

Andrés Cestari, el primer hacedor de la historia, llegó a la Argentina con sólo 14 años. Había dejado atrás su pueblo natal de Codognè, en la provincia italiana de Treviso.

Su padre había salido garante de un cuñado y como éste se negó a cumplir con su deuda, la familia Cestari se vio ante la perspectiva de perder sus bienes.

Andrés se embarcó hacia Sudamérica para ayudar a su padre. Trabajó en una herrería artística y demostró su pasta de emprendedor: A los 18 años ya era capataz y tenía 80 personas a cargo.

Pero el destino quiso que tuviera que empezar de cero. Regresó a Italia a visitar su familia y lo sorprendió la Primera Guerra Mundial. Hasta tuvo que enrolarse en el ejército italiano. Se libró de los campos de batalla, al ser destinado a una armería.

Después de la guerra, volvió a la Argentina. Estuvo en La Pampa, ganándose la vida como fogonero, alimentando el motor de una máquina de vapor.

También trabajó en una fábrica de cucharas para albañiles hasta que cerró. Pero allí conoció a su esposa, y tras un período en la ciudad de Buenos Aires –alternando varios oficios– se radicó en Colón, en territorio bonaerense.

En 1926 consiguió trabajo en un taller de reparación de herramientas agrícolas. Pero se percató de que la herrería de obra usada en las construcciones debía traerse de otros lugares.

El 27 de agosto de 1927, Andrés logró abrir su taller de herrería de obra. Había nacido Cestari, la empresa.

 

La evolución

Fabricó desde contenedores para acarreo de cereales hasta pernos y bujes para cadenas de orugas para tractor. También concibió una máquina productora de ladrillos a gran escala.

Los contenedores o tanques se aplicaban sobre los camiones Chevrolet o sobre carros tirados por caballos. Los camiones tenían el primitivo sistema de carga a granel y descarga por rejilla deslizable inferior.

De esas transformaciones era testigo Juan Fernando “Nino” Cestari, hijo de Andrés. En 1951 se sumó como socio, y la empresa cambió su denominación por Andrés Cestari e hijo SRL.

A fines de los años ´50 se inició la fabricación de tolvas convencionales que descargaban por gravedad. Eran tolvas totalmente remachadas, algo desudado en el medio. Como en épocas lluviosas las máquinas tenían problemas en pisos encharcados, a “Nino” se le ocurrió ponerles ruedas de avión, con buen resultado.

Durante 1967, ya con “Nino” al frente de la firma, la denominación pasó a la actual Industrias Metalúrgicas Cestari SRL.

“Nino” mostró su capacidad de empresario desarrollando la tolva descargable. Y las siguientes generaciones, convirtieron a Cestari en una empresa de dimensión internacional.

Néstor, hijo de “Nino” e incorporado a la firma en 1977, empezó la apertura de los mercados externos en los años ´90, secundado por Juan Andrés, su hijo y representante de la cuarta generación Cestari en el timón de la compañía.

Además de Juan Andrés, también se sumó al trabajo en la empresa su hermana Valentina. La cuarta generación Cestari se completa con los otros dos hijos de Néstor: Lucila y Guido.

Distinciones

La calidad de los productos fabricados por Cestari ha merecido distinciones de renombre en Argentina y en el exterior.

Por ejemplo, en 2006 la empresa se llevó uno de los dos trofeos Plata con el acoplado tolva autodescargable 15000 L modelo XXI EURO en el marco de los premios Gerdau – Mejores de la Tierra que se otorgan en Brasil.

En 2012, fue finalista en los premios CITA por la extensión de la bandeja de descarga que incorporó a las tolvas.

En la categoría Poscosecha, y también en los premios CITA, Cestari logró el máximo galardón por las tolvas autodescargables con carcasa de polímero.

Esos mismos productos obtuvieron en 2017 una mención especial por el diseño industrial dentro de los premios Ternium Expoagro a la Innovación Agroindustrial.

A la conquista del mundo

El primer contacto de Cestari con el exterior fue en 1994. Ocurrió durante la exposición Dinámica Rural que se hacía entonces en Argentina.

Directivos de la firma paraguaya Automac se acercaron al stand de Cestari, interesados en llevar tolvas. El contacto fructificó y en 1995 dieron comienzo las exportaciones.

“El comercio exterior lo empezamos a tomar como un ahorro. Porque cuando el mercado interno tiene sus problemas, está la posibilidad de exportar”, afirma Néstor Cestari.

Otra lección es que había que empezar de cero, porque fuera de Argentina “eramos NN, no nos conocían”, recuerda Néstor.

Las operaciones externas se extendieron a otros países limítrofes como Chile, Uruguay y Bolivia. Después saltaron a diferentes destinos latinoamericanos, entre ellos México y Venezuela.

Pero Cestari logró afirmarse con su tecnología en la misma Europa, llegando a países de potencial agrícola como Francia, España, Italia, Alemania e Inglaterra.

Las exportaciones, finalmente, crecieron hacia todos los continentes y se prolongaron a mercados remotos: Lituana, Finlandia, Dinamarca, Hungría, Rumania, Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica. Cestari ha llegado a tener concesionarios en 28 países.

En los años más activos, el ritmo de colocación de máquinas en el exterior llega a 80 unidades anuales.

Una de las consecuencias de la internacionalización de la empresa es que todas sus tolvas se empezaron a diseñar para exportación.

“En 1999 fuimos los primeros en poner tolvas abulonadas, desarmables, en contenedores. Los estadounidenses las ponían, pero eran soldadas. Después todos empezaron a abulonar la tolva, pero los que empezamos fuimos nosotros”, asevera Néstor Cestari.

Otra exigencia fue la adaptación de productos a los mercados. Por ejemplo, la tolva que va a Europa tiene una serie de requerimientos –especialmente en alto y ancho- inexistentes en Argentina y que se deben homologar para su comercialización.

Además, Cestari asimiló en la fabricación de tolvas las normativas de seguridad planteadas en la Unión Europea (seguridad de tránsito en carreteras, frenos, luces, señalizaciones de peligro de uso, protecciones y otros parámetros).

Una industria completa

Cestari es una empresa-símbolo de Colón, ciudad de 26.000 habitantes situada al norte de la provincia de Buenos Aires, en el límite con Santa Fe. Su economía se nutre de la actividad agropecuaria.

La firma dio sus primeros pasos industriales en los viejos galpones de la calle 19. Después pasó al terreno que compró “Nino” Cestari hipotecando su casa. La estructura fue creciendo a medida que la empresa ganaba posiciones en el mercado y ampliaba sus necesidades productivas.

Las inversiones fueron una apuesta constante para crecer durante su trayectoria. Por caso, entre el 2002 y el 2005, la empresa invirtió U$S 1 millón en la incorporación de tecnología en su planta industrial.

Tras años de consolidación, llegó a un plantel de 100 empleados y una capacidad de producción de 650 tolvas anuales.

El nivel tecnológico alcanzado, le permitió a Cestari que un grupo internacional, como CNH, le confiara la fabricación de tolvas para las marcas New Holland y Case.

Para el diseño de una tolva, en Cestari se cumple un protocolo que arranca con una programación de los cambios e innovaciones que plantea el mercado.

El proceso incluye los cálculos, la construcción del prototipo, la validación con programas específicos y el plan de ensayos. Este plan engloba el cumplimiento de normas, el análisis de la resistencia de la máquina y la funcionalidad de las prestaciones para que cumpla con los objetivos planteados en el nuevo modelo.

Cada prototipo es facilitado a usuarios con vínculos con Cestari para que lo prueben con distintos granos y en diferentes condiciones de terreno. El proyecto se aprueba cuando ha superado las exigencias a campo, al menos, durante una campaña agrícola.

El proceso industrial, propiamente dicho, está dividido en dos sectores:

  • El galpón de conformado. Aquí entra toda la materia prima para ser sometida a distintos tratamientos. Se procesan entre 30 y 40 toneladas de chapas por año. Se hacen los cortes menores en guillotina y los cortes largos con láser. Después, el material va a plegadora. Posteriormente, se cumplen los procesos de mecanizado para lo que se incorporó tecnología específica. Luego pasa a tornería, fresado y agujereado.
  • El galpón de producción. Recibe las piezas y comienza las tareas de montaje y terminación. Primero se hace el ensamblaje del chasis y, cuanto está soldado, pasa a la línea de montaje. En esta sección, las unidades se mueven mediante una cadena y se inicia la colocación de los ejes, el armado del piso, la colocación de carcaza inferior y carcaza superior. La última parte es la colocación de los tubos de descarga. Después se pasa al control parcial, donde se prueba cada unidad y se revisan los sinfines y el balanceo. También se revisan los sistemas hidráulicos.

Cuando un equipo está aprobado, se lo traslada a la cabina de lavado para ser tratado con un producto fosfatizante-desengrasante. Luego pasa a la cabina de secado. Una vez listo, va a la cabina de pintura. Después se lo seca por calor. Posteriormente, el sector de terminación se divide en mercado interno y en exportación. En los dos casos, se hace un control final de calidad. Se evalúan luces, sistemas hidráulicos y los movimientos de los tubos, entre otros aspectos.

Cestari implementó la política de rotación de personal, para que cada empleado conozca todos los procesos y pueda desempeñarse en cualquier etapa, según las necesidades.

Además, certificó las normas ISO 9001:2008 para su sistema de gestión de calidad que incluye diseño, fabricación, comercialización y reparación.

También posee la certificación IRAM 8076-0:2001 otorgada por el organismo Comisión Seguridad en Maquinaria Agrícola aplicable a la Seguridad en Maquinaria Agrícola.

  • Industrias Metalúrgicas Cestari SRL
  • Calle 9, Nº 1068 (B2720DRV)
  • Colón (Buenos Aires)
  • Argentina
  • +54 2473 430490
  • [email protected]

Productos

BUSCADOR DE PRODUCTOS

Rubro:

Empresa: