Símbolo de maquinaria agrícola argentina


La empresa fue pionera en el desarrollo de cabezales para girasol y maíz. También evolucionó para situarse a la vanguardia en máquinas forrajeras. Además de diversificarse en el mercado interno, llega con sus exportaciones a todos los continentes.

Carlos Mainero y Cía. SAICFI recorrió en más de 8 décadas de trayectoria –fue creada por Carlos Miguel Mainero en 1933- un camino empresarial orientado siempre a los primeros planos.

Es uno de los símbolos argentinos de la fabricación de máquinas para el campo y su fundador ocupa un lugar destacado entre los forjadores de los fierros de cuño nacional con los cabezales que diseñó.

Al pasar los años, la empresa, además de mantener su liderazgo en cabezales y expandirse a otras máquinas de agricultura, tuvo la capacidad de transformarse en referente dentro de los equipos forrajeros. También alcanzó una gran penetración en numerosos mercados internacionales y concretó alianzas con empresas de primer nivel mundial.

Permanece, además, con un perfil familiar porque la sociedad todavía continúa en manos de los descendientes de dos de los grupos fundadores (Mainero y Lambertini).

 

Las fortalezas actuales de la compañía se ubican en los siguientes terrenos:

Agricultura

  • Cabezales para maíz y girasol y tolvas autodescargables.
  • Logística granaria. Embolsadoras y extractoras de granos.

Ganadería

  • Henificación. Enfardadoras, rastrillos, rotoenfardadoras y segadoras.
  • Acoplados forrajeros y picadoras de forrajes.
  • Procesado de alimentos. Mixers.

Exportaciones

  • Iniciativa pionera en los años ´60.
  • Incursión con sus productos en todos los continentes.
  • Desarrollo de representaciones comerciales en varios lugares del mundo.
  • Penetración en el mercado de Estados Unidos con el cabezal maicero MDD-100.

En Mainero, a la hora de sintetizar pergaminos que han jalonado su historia, se adjudican los siguientes hitos:

  • La empresa activa más antigua que fabrica cabezales para maíz en América latina.
  • La primera compañía que dio al mercado la posibilidad de sembrar maíz a 52,5 cms entre hileras. “La evolución con diseños adaptados al incremento de rindes excepcionales, desde los años noventa, y la siembra directa, fueron un gran complemento de este cambio», señalan en la compañía.

Por otra parte, Mainero es uno de los emblemas industriales y uno de puntales económicos de Bell Ville, ciudad de 37.000 habitantes, y cabecera del departamento cordobés Unión. Sobresale como empresa de envergadura en un contexto de 172 pymes del lugar.

En 2016 se cumplen 127 años del nacimiento, en la zona del Piemonte, Italia, de Carlos Miguel Mainero, el hombre destinado a transformar su apellido en sinónimo de la industria argentina de agromáquinas y a legarle a Córdoba una de las empresas más emblemáticas de la provincia.

A comienzos del Siglo 20 se convirtió en un inmigrante más que arribaba a la Argentina con el oficio de herrero artístico y con la cultura del trabajo y el amor por las tareas bien hechas.

También, como otros hombres llegados de Italia, se abrió paso en el mundo rural de la Argentina. En la década del ´20 trabajó como contratista con trilladoras de vapor primero y de cosechadoras, después.

Recambio generacional y desafíos

Con el transcurso del tiempo, y hasta el presente, Mainero se mantuvo como empresa familiar, alimentada por las tres ramas iniciales.

Carlos Francisco Mainero, hijo de Carlos Miguel, ocupó la presidencia hasta su fallecimiento en 2001. Después se sumaron los otros dos hijos de Francisco, Egar Ramón y Rubén, hermanos de Lelio y Nelson.

Cada incorporación representó un esfuerzo cimentado desde abajo. Por ejemplo, Egar Lambertini empezó a los 13 años, en noviembre de 1952, barriendo las oficinas. Después pasó por todas las tareas administrativas.

También se estableció una forma consensuada de conducción. El cargo de presidente ha rotado, según un acuerdo establecido, entre integrantes de los grupos creadores de la empresa.

De las tres familias fundadoras, al iniciarse el Siglo 21 quedaron Mainero y Lambertini. En 2006 los Bernardi efectuaron una escisión, retiraron su patrimonio y participación del directorio de Mainero, para conforma Ketrawe SA, firma que se dedica a la producción primaria y comercial.

Además, se sumó otra generación. Elizabeth, hija de Egar Lambertini y Mary, hija de Lelio, ocuparon puestos en la firma, junto con los hijos de Nelson y Rubén. Mary está a cargo de las labores administrativas y de la relación con las cámaras empresariales del sector. Elizabeth se desempeña en el Departamento de Relaciones Institucionales.

También participan los hijos y nietos de Carlos Francisco Mainero e Ida Mainero, con lo que ya se incorporaron algunos miembros de la cuarta generación.

El estilo familiar para el gerenciamiento de la empresa insufló aires de resistencia ante las épocas adversas.

En los años ´90, la apertura de la economía afectó muy negativamente a la industria de agromáquinas.

Sin embargo, Mainero pudo sostener su liderazgo en el mercado interno de los cabezales maiceros y girasoleros, captando la mitad de las ventas en ambos rubros. En total, su facturación registró un notable crecimiento de 120% entre 1992 y 1998. En el mismo período el empleo directo aumentó 32%.

Llegó a redondear, además, en esa década, campañas en las que colocó 380 cabezales recolectores de maíz, casi la misma cantidad de cabezales girasoleros, 440 rotoenfardadoras y 520 cortadoras-hileradoras, por exponer sólo un ejemplo.

No obstante, en 1999 afrontó una severa crisis ante la devaluación de Brasil y el desgaste de la convertibilidad. La empresa implementó una especie de “plan de emergencia”, reduciendo los costos al máximo, mientras los directivos dejaron de cobrar el sueldo varios meses. Todos los recursos disponibles se encauzaban hacia el objetivo de no despedir empleados.

Superada la tempestad y con la reactivación económica insinuada en la segunda mitad de 2002, Mainero retomó la senda del crecimiento.

Otra arista destacada es la apertura hacia la posibilidad de incorporar tecnología externa para consolidarse en el mercado interno. En este marco deben destacarse las alianzas estratégicas concretadas con British Tecnological Group, de Gran Bretaña; Same-Deutz Fahr, de Italia y Alemania (para comercializar en Argentina los tractores Same); Kuhn y Mellieux, de Francia y JF de Dinamarca.

El trabajo por su cuenta lo comenzó durante 1993 con un taller de 82 m2 en el fondo de su casa en Bell Ville, reparando máquinas y después avanzó hacia la fabricación de zarandas, zarandones y sacapajas para cosechadoras. Fueron implementos que servían para adaptar al medio argentino las máquinas importadas.

Junto a Carlos Mainero, trabajaban sus sobrinos Carlos Rocco Bernardi y Francisco Lambertini, quien se trasladó a Bell Ville en 1937 con su familia para tomar parte en el emprendimiento. En 1941 se integró formalmente la sociedad entre los tres. Después, se sumaron otros colaboradores, entre ellos Lelio Lambertini y Nelson Lambertini (hijos de Francisco), Renato Silvestro y Marcos Zucar.

Lelio Lambertini ingresó muy joven a la empresa como “mecánico motorista agrícola”. Empezó cuando Carlos Bernardi oficiaba de jefe de taller y Carlos Mainero desplegaba sus dotes de director de orquesta.

Las máquinas que se importaban en ese entonces para recolección de cultivos adolecían de un punto débil en los elementos de limpieza, las zarandas. Mainero estudió la cuestión y así surgió el primer producto: una zaranda de posiciones variables. Ahí está el origen de lo que luego sería una empresa de primera línea.

Después de la zaranda de posiciones variables, Mainero siguió con los primeros sacapajas y el puntón oscilante. Luego llegaría el equipo recolector de girasol, uno de los implementos llamado a hacer historia en las maquinarias agrícolas. Una prueba es que en 18 años se equiparon 2.000 cosechadoras de arrastre y/o automotrices. Se transformó en cabezal integral durante 1964 para equipar cosechadoras automotrices.

Pero Carlos Mainero no que se quedaba en diseñar y fabricar. De alguna manera, se podría decir que, junto a su gente, fue pionero también en lo que hoy se conoce como “marketing directo”. Durante el mes de noviembre de cada año se adentraban en las regiones trigueras para vender las zarandas y para demostrarles a los productores, en la práctica, las ventajas de utilizarlas.

Cuando Mainero, Lambertini y Bernardi divisaban una cosechadora trabajando, hablaban con el propietario para convencerlo de que le convenía reemplazar las zarandas originales por las que producía la empresa.

En 1943 se incorpora el puntón (levanta espigas) para trabajar en trigo caído, ya que las plantas eran mucho más altas que en la actualidad y resultaban afectadas por los fuertes vientos. Cuatro años después, en 1947 se amplían, junto con el taller inicial, las instalaciones fabriles.

El negocio creció. Mainero empezó a gestionar sus ventas a través de distribuidores en las provincias productoras de trigo y otros granos de la época.

Luego, se convirtió en proveedor de las principales fábricas de cosechadoras del país. Aquel proyecto que había empezado en un taller con piso de tierra, se convirtió en una pequeña empresa. Se expandieron los galpones, y se inició la fabricación de nuevos modelos, con procesos seriados y documentados. Así, desde la década del ‘50, Mainero empezó a desempeñar un rol fundamental en la tecnificación del campo argentino y en la humanización del trabajo rural.

En 1952 se marca otros de los hitos de la compañía al lanzarse el primer –y ahora legendario- cabezal maicero, lo que también signó la producción en serie de equipos para el campo. Fue el primero en poder instalarse en todas las cosechadoras del parque argentino, tanto nacionales como importadas. El cabezal fue probado en una cosechadora prototipo Mainero, fabricada junto con la plataforma de maíz. El primer cabezal, de 3 surcos a 70 cms, fue vendido a los Alladio, una familia de productores agropecuarios en la zona de Bell Ville.

Cada plataforma incluía un embocador que era fijo, característica conservada hasta 1977. Después empezó la era del enganche rápido. Mainero fabricaba todos los elementos que se incorporaban en las plataformas: camisa o cóncavo especial para la trilla de maíz, engranajes, poleas y accesorios para el accionamiento y adaptación a cada cosechadora.

Durante 1966 se trasladó al nuevo predio industrial (donde hoy está la planta) y en 1967 comenzó a fabricar una máquina excavadora -inédita- para canalizar en terrenos anegados, en especial para las plantaciones en el delta del Paraná.

De los cabezales a la diversificación

Actualmente, Mainero tiene 30 modelos diferentes de máquinas entre agricultura y ganadería.

Su producto insignia, por muchas temporadas, fue el cabezal. Arrancó en los años ´40 con la plataforma girasolera, considerada la primera del mundo para incorporar a las máquinas recolectoras. En la década siguiente prosiguió con los cabezales para maíz, adaptándolos a todas las marcas de cosechadoras existentes en el país.

En general, la empresa hizo coincidir el nombre de la versión de cada cabezal con el año en que se lanzaba.

Así, entre 1952 y 1997, Mainero fabricó 5 modelos de cabezales: los modelos 52, 54, 59, 64 y 1210.

En 1978 la empresa otra innovación de peso en el segmento: el cabezal dual para la cosecha de maíz, sorgo y soja. Se fabricó hasta 1990.

En 1989, cuando se cumplió el centenario del natalicio de Carlos Mainero, se presentó el cabezal recolector de maíz modelo 1889, en homenaje a la creatividad del fundador. Estuvo en el mercado hasta 1999. Después llegó el 2000 (entre los años 2000 y 2007).

En la actualidad, fabrica el cabezal para girasol 1040, con un exclusivo sistema de regulación conjunta de molinete y escudo. Para maíz, además del modelo 2008, el más reciente, diseñó el MDD-100, un producto de desarrollo propio de Mainero y de clase mundial. La innovación central del MDD-100 consiste en que puede cosechar en cualquier dirección de marcha y, a pesar de un distanciamiento fijo entre unidades recolectoras a 525 mm, trabaja en múltiples espaciamientos entre líneas.

Por otra parte, la primera incursión de Mainero en equipos para ganadería data de los años ´60 con las picadoras de forrajes. En el decenio posterior presentó su primera enfardadora de faros prismáticos y en los años ´80 debutaron la rotoenfardadora y otros implementos ganaderos.

En la oferta actual, Mainero dispone de la rotoenfardadora 5886, de ancho extendido con alimentador rotativo, la 5820, la 5885 Power y la rotoenfardadora 5886 que opera con recolector extendido de 2,14 metros, alimentador rotativo, engrase centralizado y sistema expulsor tipo rampa. El lanzamiento más reciente es la rotoenfardadora 5876, primer modelo nacional para rollos de 1,20 metro de ancho que viene con recolector extendido de serie.

En 1994 desembarcó en el mercado de las segadoras-acondicionadoras con la comercialización en el país de la marca francesa Kuhn. El acuerdo comercial se mantuvo hasta 2012, año en que se inició el proceso de nacionalización de los equipos. En la actualidad, Kuhn provee las cajas de transmisión y los discos de corte y cuchillas. El resto es de fabricación local y las máquinas se venden con la marca Mainero.

La gama de segadoras-acondicionadoras se compone en la actualidad del modelo 6020, del 6070 y de la cortadora hileradora desmalezadora 6042 de 4,20 metros de ancho de corte, medida que la ubica como la máquina más grande del segmento.

En lo que respecta a enfardadoras, ha desarrollado las versiones 5720 para confeccionar rollos a partir de cualquier material y 5700, una enfardadora prismática.

El renglón de tratamiento de forrajes se completa con los rastrillos 5980 (de 9,35 metros de ancho de labor) y 5940 (que desarrolla una velocidad máxima de 15 kilómetros por hora).

En materia de silaje, Mainero ha puesto en el mercado los acoplados forrajeros 4330 y 4350 (apropiados para trabajar junto a una picadora de forrajes) y el distribuidor B-400 que puede cargar hasta 4.000 kilos. Para el picado de material diseñó las versiones U-150-B y 4751.

En la primera década del Siglo 21, Mainero se convirtió en protagonista del nuevo negocio que proponía la mecanización: embolsado y extracción de granos en silobolsas.

La actual línea Secos para almacenamiento de granos, se compone de las versiones Secos 2230 (equipo estándar), Secos 2240 (para bolsas de 10 pies) y Secos 2260 (para bolsas de 12 pies). Para el vaciado de las bolsas dispone de la extractora de granos secos 2230.

En 2010, se incorporó al mercado de las tolvas autodescargables. Desarrolló el modelo 5361 de dos ejes y 32 toneladas de capacidad y las versiones 5191, 5192 y 5272 de 1 y 2 ejes.

También completó otro casillero en el tablero de los equipos para ganadería al lanzar una línea de mixers. En este último rubro cuenta con los mezcladores y distribuidores de raciones 2920 Plus, 2911 y 2921, todos de tipo horizontal. También produjo el mixer 2932, procesador de fardos enteros, prismáticos y fardos de heno. Posteriormente lanzó el mixer vertical 2516 de 13 m3 de capacidad, seguido por su evolución, el 2517.

Distinciones

La trayectoria de Mainero acumula numerosos reconocimientos -nacionales e internacionales-a las innovaciones tecnológicas y también a la performance exportadora.

La lista es extensa, pero para citar sólo los últimos años, basta decir que Mainero fue galardonada por la Cámara de Comercio Exterior de Córdoba en 2011 con el Premio a la Innovación por la extractora de granos secos 2340, que también obtuvo el Primer Premio CITA 2009. Este mismo producto fue distinguido en 2010 con el Premio Internacional AE50-2010 (Agricultural Equipment 50 Outstanding Innovations) que se otorga todos los años en el Agricultural Equipment Technology Conference (evento realizado en conjunto con la feria internacional AG Connect 2010 Expo en Orlando, Florida).

Además recibió el Premio a la Excelencia Agropecuaria 2009 otorgado por el Diario La Nación y Banco Galicia, al ser considerada Mainero como la mejor Fábrica de Maquinaria Agrícola de Argentina.

En 2013, Mainero obtuvo dos premios CITA. Recibió el Premio CITA de Oro por el cabezal maicero MDD-100, que también se llevó el Premio CITA en la categoría equipos de Cosecha. En 2016, en el marco de esa premiación, la empresa obtuvo una mención especial por el mixer horizontal 2932.

En 2014, Mainero recibió el Premio a la Innovación “gobernador Ramón Bautista Mestre” en reconocimiento al desarrollo del cabezal maicero MDD-100. Además, este mismo producto ganó el premio 2014 de AE50.

Otra “cucarda” para Mainero se sumó en 2015, cuando la revista de negocios Punto a Punto la eligió –con el voto de sus suscriptores- como la Empresa Exportadora del Año.

A la conquista del mundo

La actividad exportadora representa entre 15% y 20% de las ventas anuales de Mainero, de acuerdo con el contexto imperante en cada temporada.

La primera exportación data de 1968 y el destino fue Paraguay. Consistió en moledoras de granos y pasto.

Al año siguiente, junto a otras fábricas, fundó Acicsa, una firma que luego fue totalmente absorbida por Mainero y que, con el tiempo, se convirtió en su departamento de comercio exterior.

Tras las primeras experiencias, Mainero salió a ganar mercados externos en forma sostenida. El objetivo inicial fue Chile, con el foco puesto en los cabezales maiceros. A comienzos de los años ´70 empezaron los embarques al país trasandino bajo la forma de cabezales incorporados a las cosechadoras de la marca Clayson, que después pasó a ser New Holland.

A mediados de esa misma década, el negocio se amplió a Brasil donde Mainero se convirtió en proveedor exclusivo de cabezales maiceros para todas las fábricas de cosechadoras.

Luego las operaciones se ampliaron hacia Paraguay (nuevas líneas de equipos) y Uruguay y también hubo incursiones en Bolivia y Cuba.

Cuando en 1975 el gobierno brasileño modificó sus políticas en apoyo a la industria, el resultado fue que los cabezales se empezaron a fabricar en Brasil pero Mainero siguió colocando repuestos y mantuvo una atención directa al usuario. Además, le vendió tecnología, ya en los años ´80, a empresas colegas de Brasil para que realizaran la fabricación.

Con el tiempo, los cabezales maiceros y girasoleros se exportaron a destinos más distantes como Ucrania. Otras líneas de equipos (forrajeros) desembarcaron en Australia, un mercado tan exigente como el de la Unión Europea porque obliga al cumplimiento de protocolos.

Precisamente en Europa, el trabajo de Mainero ha sido minucioso. Cuando ingresó en Francia, por ejemplo, lo hizo adaptando los equipos a las condiciones del sector agropecuario galo, distintas a las grandes extensiones que se manejan en Argentina. También se tomaron en cuenta las características climáticas.

Por ejemplo, al pensar en equipos para regiones donde la extracción de granos se realiza en pleno invierno con temperaturas de hasta 30ºC bajo cero, la empresa desarrolló la extractora 2340. La máquina utiliza dos carreteles verticales accionados por motores hidráulicos que pueden trabajar en conjunto o de manera independiente gracias a una electroválvula accionada desde el puesto de comando. Esto permite que el maquinista opere desde el tractor, casi sin tomar contacto con las condiciones climáticas adversas.

De este modo, el negocio exportador fue floreciendo, con los años, en Alemania, Italia, Suecia, Dinamarca, Lituania, Rumania, Hungría e India. También se amplió al continente africano. Hacia Sudáfrica, por caso, Mainero ha mandado mixers de los modelos 2810 y 2910, abriendo el surco para los equipos forrajeros. En Nigeria desembarcó con varios modelos de tolvas.

Con esa trayectoria, hoy los productos de la empresa llegan a casi todos las naciones de Latinoamérica, a Norteamérica, Europa, Oceanía y África.

Para cuidar la atención a los clientes externos, Mainero estableció oficinas en Uruguay, Paraguay, Chile, Bolivia, Venezuela, Canadá, Estados Unidos, Italia, Australia, Sudáfrica, India.

La meta de hacer pie en Norteamérica merece un párrafo aparte.

En abril de 2007, Mainero lanzó su marca en Estados Unidos -con una serie de demostraciones en Missouri y Arkansas- y también ingresó en el mercado canadiense.

En esos destinos, la última gran movida comercial fue el lanzamiento del cabezal maicero MDD-100 que permite cosechar maíz sembrado a cualquier distancia entre hileras y en cualquier dirección.

Tras una serie de demostraciones a campo en distintas áreas maiceras de los Estados Unidos, la empresa acordó una distribución comercial y la atención al cliente en los principales estados productores ese país y de Canadá.

Sólo en el mercado estadounidense se comercializan más de 5.500 cabezales maiceros, lo que brinda una idea del potencial que el producto de Mainero encierra. Por lo pronto, el envío inicial tras la precampaña, fue de 15 unidades en Estados Unidos.

El cabezal se lanzó bajo la consigna Row-Independent (surco independiente), en alusión a que se puede trabajar en maíces sembrados a cualquier distancia, sin necesidad de realizar ajustes, cambios de distanciamientos o distintas adaptaciones.

Por otra parte, la capacidad exportadora de Mainero, además de la tecnología de los productos, se ha basado en un sostenido aggiornamiento industrial. La compañía cordobesa está habilitada para vender en Europa porque la planta de Bell Ville, cumple con las normas de calidad en seguridad y en otros aspectos. La producción se maneja con estándares internacionales y cada máquina sale lista para ser embarcada al destino que lo demandó.

El plantel de Mainero se compone de unas 500 personas, entre personal permanente y contratado. De los 80 m2 que tenía la planta inicial de 1933, hoy cuenta con una superficie cubierta de 38.000 m2, en un predio de 35 hectáreas, al costado de la Ruta Nacional 9.

Para tener una idea del nivel productivo alcanzado por la empresa, basta un ejemplo: en el período 2012/2013 fabricó alrededor de 2.700 unidades. La facturación ha llegado a trepar hasta los U$S 45 millones anuales e, históricamente, se ha dividido en partes iguales entre los productos de la línea de cosecha y los de línea forrajera.

La producción fabril incluye los procesos de mecanizado, tratamiento de materias primas y otros procesos adicionales. En la etapa final de manufactura, las máquinas ya ensambladas se tratan con un sistema completo de desengrase, previo al pintado y secado.

La fabricación se divide en dos sectores:

  • Línea forrajera, para los equipos de silaje, fardos y rollos y procesamiento de raciones.
  • Línea de cosecha y almacenamiento, de donde salen los cabezales para cosecha de maíz y girasol y también las embolsadoras y extractoras.

Además, funcionan las secciones de investigación y desarrollo; ingeniería de nuevos productos; ingeniería de procesos; de costeo de producción; de recursos humanos y de relaciones institucionales y los almacenes (que proveen a los procesos productivos y el despacho de piezas para brindar el servicio de reposición a los concesionarios de todo el país).

Por su parte, funciona el departamento de ventas, que incluye los aspectos de difusión y capacitación a nivel comercial. El resto de la estructura se compone de la administración, con su centro de cómputos, la contaduría general y el sector de abastecimiento (que funciona en un edificio independiente, establecido en la planta urbana de Bell Ville).

Los procesos de Mainero están certificados bajo la norma ISO 9000 y la empresa fue pionera en la Argentina en obtener la certificación de la norma IRAM 8076, que legisla todo cuanto hace a la seguridad del operador de una máquina agrícola. El cumplimiento de esa norma le permitió entrar al mercado europeo.

Además, la empresa aplica lo que se conoce como proceso de Calidad Continua, con la participación del personal.

Una política particular de Mainero ha sido su compromiso con la denominada Responsabilidad Social Empresaria. En ese sentido, la empresa apoyó la creación y el mantenimiento posterior de la Mutual del Personal, gerenciada y administrada por los mismos empleados. La Mutual brinda servicios de salud, proveeduría de alimentos, y habitacionales para sus asociados.

También Mainero respalda la educación. Firmó un convenio con el Gobierno de la Provincia de Córdoba, para poner en marcha un proyecto a fin de que el personal de la compañía pueda terminar el ciclo secundario, con un esquema semipresencial, desarrollado en las instalaciones de la empresa, y que otorga un título habilitante.

Además, Mainero apadrina a las dos Escuelas Técnicas de Bell Ville: el IPEM Nº 267 (ex Escuela Industrial de la Nación) e IPEM Nº 293 (ex Escuela Nacional de Agronomía).

Por otra parte, varios empleados que superaron la edad jubilatoria, siguen trabajando como capacitadores de las nuevas generaciones. Esta acción se implementó considerando que la fabricación de maquinaria agrícola demanda conocimientos en procesos tecnológicos y requiere una calificación importante de los empleados.

La experiencia acumulada por quienes ya debían jubilarse debe ser transmitida hacia los operarios debutantes. De esta manera, los jóvenes de la Escuela Técnica IPEM 267, que hacen su pasantía en Mainero, reciben entrenamiento directo de operarios con más de cuarenta años de experiencia.

  • Carlos Mainero y Cía. SAICFI
  • Rivadavia 259 (2550)
  • Bell Ville (Córdoba)
  • Argentina
  • +54 3537 424031
  • [email protected]

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