La desuniformidad se erige como una enemiga para las sembradoras en lo que se refiere a la calidad de implantación.

“La siembra directa se caracteriza por tener rastrojo en superficie que genera variabilidad de humedad en suelo”, explica Agustín Bianchini, de la empresa Okandú.

“Muchas veces se generan sectores compactados por la huella de la propia sembradora, de las tolvas o las cosechadoras, con lo cual hay una desuniformidad de la compactación del suelo, la humedad y la cobertura de rastrojo”, agrega.

“Eso genera una variabilidad en la humedad de la semilla y afecta su momento de germinación”, indica Bianchini.

“El desafío en estos sistemas de siembra directa y rotación está centrado en la colocación de semillas para optimizar sus condiciones de germinación”, añade.

Peligros

La implantación requiere un cuidado especial porque marca el potencial que tendrán las semillas para cumplir su función.

“Cuando no cumplimos con los requerimientos para que las plantas emerjan en un rango de tiempo similar, empezamos a tener problemas de desuniformidad espacial o temporal”, destaca Bianchini.

“En 3 años de evaluación, la desuniformidad espacial y temporal en maíz mostró pérdidas de rendimientos relativas de entre 6 y 22%”, agrega.

“En un rendimiento esperado de 13.000 kilos/hectárea, la desuniformidad espacial y/o temporal puede reducir el rendimiento entre 800 y 2.900 kilos/hectárea”, especifica Bianchini.

Ricardo Ollúa, de Nidera, por su parte, alerta sobre las mermas por no lograr una buena calidad de implantación.

“Existe una gran oportunidad de achicar las brechas de rendimiento actuales mediante el control preciso de la práctica de la siembra”, expresa.