Los bioinsumos se abren paso en la agricultura internacional, incluyendo también al mercado argentino.

¿Aplicarán las máquinas agrícolas en el futuro agroquímicos o tendrán la función de aplicar soluciones biológicas?

El impacto de las restricciones a los productos químicos en resguardo del medioambiente parece marcar el camino hacia la segunda opción.

Proyecciones

Los productos biológicos son formulados a partir de organismos vivos como extractos de plantas y de algas.

Los más conocidos son los inoculantes que se utilizan en soja, de uso extendido en la agricultura, pero también se suman otros orientados a la biofertilización, bioestimulación y el biocontrol.

Hoy, el mercado de las biosoluciones es de unos U$S 100 millones, aproximadamente. La mitad corresponde a los inoculantes.

Es un mercado chico que crece a altas tasas. Se proyectan índices de expansión del 20% anual por los próximos 8 años.

Impulsores

Para Daniel Germinara, Gerente de Biosoluciones de UPL, el acompañamiento de los precios de los granos, la presión social hacia la producción sustentable de alimentos, el cambio generacional y de mentalidad, impulsan la adopción de los bioinsumos.

“En el futuro, crecerá especialmente el segmento de los controladores biológicos”, afirma Germinara.

“Pero en general, los productos biológicos tienen bajo impacto ambiental, mejoran la fijación de carbono y aportan un retorno económico positivo. En la agricultura extensiva hay mucha tela para cortar”, agrega.

“La adopción de este tipo de productos va de la mano de una adaptación cultural que implica conocer más sobre los procesos biológicos de las plantas y el aporte que hacen las biosoluciones”, considera Germinara.

Panorama

Por su parte, Diego Sauka, investigador del INTA, explica que actualmente en Argentina hay bioinsumos utilizados para el control biológico de plagas.

Se elaboran en base a microorganismos que se producen a través de la fermentación en sustratos sólidos y líquidos o a través de la multiplicación en vivo, así como también los entomófagos y parasitoides.

“Hay 35 líneas de investigación y desarrollo en diferentes etapas de avance”, explica Sauka.

“El foco de estas líneas de investigación son diferentes biopesticidas y aplicaciones y se trabaja en base a diferentes agentes de control biológico clasificados en orden de importancia como bacterias, hongos, artrópodos, virus y nemátodos”, añade.

Si bien Sauka destaca que “hay un importante interés en utilizar agroquímicos más amigables con el medio ambiente, para cumplir con las normas de calidad de los mercados internacionales y las normas generales del país”, en la realidad, “los productos para control biológico de plagas son pocos”.

Según afirma el técnico, “uno de los principales desafíos observados en nuestro sistema científico y tecnológico tiene que ver con la transferencia de desarrollos al sector productivo”.

“Hay una insuficiente colaboración y alianzas entre instituciones científicas y empresas del sector productivo que impiden la implementación exitosa de innovaciones en áreas de biopesticidas”, sostiene Sauka.