A casi dos años del comienzo de la invasión de Rusia a Ucrania, el mercado mundial de la maquinaria agrícola muestra claros signos de adquirir un nuevo formato.

Uno de los efectos de la guerra se ubica en las sanciones comerciales aplicadas a Rusia, que afectan notoriamente el comercio de máquinas y agropartes en el planeta.

Otra consecuencia es el retiro de grandes marcas globales del mercado ruso, no sólo abandonando lugares de fabricación, sino también eliminando su oferta de productos. Basta mencionar los casos de John Deere, CNH Industrial, Claas y Kuhn, por ejemplo.

Esos espacios desocupados, tanto por las sanciones como por el retiro de empresas, ofrecen oportunidades para los países afines a Moscú, varios de los cuales cuentan con un importante poderío industrial.

En ese contexto, se advierten movimientos que están planteando la posibilidad de un mundo «bipolar» para las máquinas agrícolas.

Por un lado, el negocio de Occidente, con Estados Unidos, Europa y Sudamérica como grandes centros. Y, por el otro, el resto del mundo, con Rusia y sus aliados (o, al menos, no enemigos).

Afinidad

Como se sabe, China mantiene su apoyo político a Rusia y una de las derivaciones es que varios fabricantes chinos se están mostrando en el gran país euroasiático.

A través de ferias regionales, las empresas chinas, tanto de agromáquinas como de equipos de construcción, exhiben todos sus portfolios.

Es una oferta necesaria en momentos de reformulación de estrategias para Rusia.

Autoabastecimiento

Uno de los objetivos es estimular su agricultura en procura de la autosuficiencia, lo que llevó a tomar medidas para fortalecer la industria de agromáquinas.

Tal tendencia favorece a las marcas rusas, pero también a los países que mantienen vínculos con el Kremlin.

Por ese motivo, los grandes fabricantes de China están haciendo marketing en Rusia, mostrando, entre otros productos, tractores de Alta Potencia equipados con nuevas tecnologías.