La columna de Alejandro

Por Alejandro Rollán

18/05/2023 | Opinión

Motores: Un producto de exportación, que sigue con balanza negativa

En el país hay tres plantas con capacidad para producir anualmente 87.000 motores para tractores, cosechadoras y camiones. Sin embargo, el rubro en general tiene un comercio deficitario.

Argentina se ha convertido en un proveedor calificado de motores diésel para la región.

Las tres plantas de fábricas globales ubicadas en el país (AGCO Power, John Deere y FPT Industrial) ofrecen una capacidad teórica de producción de 87.000 unidades anuales.

En su gran mayoría, son impulsores diseñados para equipar tractores, cosechadoras y camiones en otros países.

Su protagonismo dentro del negocio de sus compañías es determinante.

En 2021, el último reporte disponible, las multinacionales de las maquinaria agrícola nucleadas en la Asociación de Fabricantes Argentinos de Tractores (AFAT) exportaron por U$S 360 millones, y la mayor parte de esos ingresos económicos fueron por motores.

En el primer trimestre del año, la exportación argentina de motores de más de 3.500 cc de cilindrada alcanzó los U$S 77 millones, un ingreso que representa 2,3% más que en igual período del año pasado, según datos del INDEC.

¿A dónde fueron esos impulsores? A terminales de Brasil, México, Estados Unidos y Bolivia.

Mientras tanto, las importaciones de motores crecieron en mayor magnitud. Entre enero y marzo pasado, los ingresos al país de motores de 2.500/3.500 cc totalizaron desembolsos por U$S 83 millones, con un aument de 61,3% respecto a igual período del año anterior.

Las importaciones de motores tuvieron como principales proveedores a Tailandia, Hungría, Reino Unido, India y Brasil.

Si bien las plantas que se dedican a la producción de impulsores para tractores y cosechadoras tienen en buen nivel de actividad, traccionado por la exportación, la necesidad de importar motores para otros vehículos hace que en el rubro la balanza comercial sea aún deficitaria.

Por cierto, los motores son una parte muy pequeña dentro de la balanza comercial argentina (tanto las exportaciones como las importaciones representan sólo 0,5% del total), pero su desempeño comercial no escapa a la tendencia del comercio exterior argentino en manufacturas industriales. Una ecuación en la que las compras superan a las ventas.

Un ejemplo de ello se observa en la balanza comercial de Argentina con Brasil.

En 21 de los últimos 30 años, el indicador ha sido deficitario para la economía nacional, con una incidencia determinante en sectores como automóviles, sector siderúrgico, combustible y energía eléctrica.

Durante las últimas tres décadas, los datos del INDEC reflejan que la ventaja comercial brasileña se dio entre 1992 y 1994 (tres años del gobierno del expresidente Carlos Menem), entre 2003 y 2015 (durante toda la administración de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner), entre 2016 y 2018 (cuando gobernó Mauricio Macri) y volvió a ser deficitaria entre 2020 y 2022 (durante el actual gestión de Alberto Fernández).

Si bien en los últimos meses las importaciones están más restringidas, debido a las medidas dispuestas por el Banco Central, la dependencia comercial de Brasil en rubros como autopartes y agropartes sigue siendo estratégica y determinante.

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